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Mostrando las entradas de febrero, 2012

Un Tren Ligero no resuelve nada

Apenas empezarán las campañas políticas y con ellas las propuestas banales y electoreras en materia de movilidad. Una vez más, la promesa ya incumplida de Tren Ligero para Guadalajara volverá a protagonizar el escenario político. Pero llamémosle por su nombre, no es más que una propuesta de sexo sin amor, una mentira temporal encaminada a conquistar el voto ingenuo. Una administración estatal podría, en un periodo de seis años, lograr cuando mucho una línea y media de Tren Ligero, esto suponiendo que realiza una buena gestión y que cuenta con todo el apoyo de presidencia de la república. Y una línea y media con mucho no resuelve el déficit de transporte masivo que padece la ciudad. En el mismo periodo y con una carga presupuestal similar se podrían construir al menos 8 líneas de BRT que, con sistemas de transbordo y rutas alimentadoras inteligentes, sí transformarían de manera sustancial la manera en que la ciudad se mueve, otorgando una cobertura mucho mayor al usuario en un tiempo ra

Discriminación invisible

En el artículo primero de la Constitución se puede leer: “queda prohibida toda discriminación motivada por origen étnico o nacional, género, edad, discapacidades, condición social, condiciones de salud, religión, opiniones, preferencias sexuales, estado civil o cualquier otra que atente contra la dignidad humana y tenga por objeto anular o menoscabar los derechos y libertades de las personas”. Traigo esto a colación porque el habitual ejercicio de discriminación por movilidad, tan anticonstitucional como cualquier otra forma de discriminación, pareciera invisible, ninguneado e incluso abiertamente tolerado en el día a día cotidiano de nuestra ciudad. Así, el automovilista se cree con el derecho de exigir a un ciclista que conduce apropiadamente a medio carril que se quite de su camino. Ni que decir de la violencia con la que un conductor del transporte público decide intimidar a ciclistas y peatones con el sonido del freno de su autobús, como si fuera dueño de la calle. Los tomadores d